Una ruta de buses limpia y ordenada

Es común que cuando Polo Pérez maneja su automóvil por la avenida Javier Prado reconozca de inmediato a las combis piratas o los taxis colectivos que transitan por la misma ruta que los buses del Corredor Rojo. Aun es complicado competir contra la informalidad en el transporte público aunque empresas como la suya se conducen por el camino correcto. Pérez es presidente del Grupo Polo, que reúne a seis compañías de transporte, dos de ellas Allin Group y Perú Bus Internacional, concesionarias de los Corredores Viales Rojo y Amarillo, respectivamente. Son dos empresas que están a contracorriente del sistema. Aquí toda la flota de buses es propia, los conductores trabajan ocho horas y están en planilla.  Pérez sabe que hay un alto costo por ser formal, pero no hay otra manera de poner orden en medio de la jungla que es el transporte limeño. «Cada bus que tenemos es una deuda», dice. «Pero estamos demostrando que sí se puede ser totalmente formal».

uego de ganar la licitación municipal, Allin Group opera desde el 2015 los buses del Corredor Rojo que van desde Ate hasta San Miguel por las avenidas Javier Prado y La Marina. Tiene una flota de 252 buses de 12 metros de largo, y 180 de ellos funcionan con Gas Natural Vehicular (GNV). Pérez tenía claro que este era uno de los caminos para tener una empresa eficiente porque con el GNV se gasta 50% menos que con diésel o gasolina. «Ahora vamos a renovar 38 buses y todos son a GNV. Es lo normal para nosotros aunque cuesten un 20% más que los buses con diésel», dice. Los vehículos con GNV además contribuyen a tener un aire más limpio en la ciudad porque emiten menos partículas contaminantes. Lima es una de las cinco ciudades de Latinoamérica con la peor calidad de aire según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y uno de los mayores responsables de esto es el parque automotor.

Allin Group y Cálidda han acordado que los buses del Corredor Rojo tendrán su propia estación de GNV en el patio donde se guardan en Ceres (Ate). La instalación, que podría estar lista antes de fin de año,  le costará a Allin Group un millón de dólares.  Esta inversión reducirá el tiempo que hoy toma ir a tanquear los buses a un grifo y también el costo del combustible porque ya no se pagará el precio del mercado sino uno especial por recibir el GNV directamente de Cálidda.  «Para este negocio se necesitan choferes tanqueadores, que toda la noche llevan los buses a llenar combustible, y también supervisores de que eso se cumpla. Es todo un sistema administrativo que se reducirá ahora que tendremos un grifo interno», dice Pérez.  «En Cálidda son muy proactivos y con los corredores hemos afianzado la relación». También los buses del Corredor Amarillo tendrán su propia estación de GNV en su patio de Canta Callao.

«Hemos logrado dominar al Gas Natural», dice el presidente de Allin Group para señalar que sus mecánicos y conductores ya se han acostumbrado a pasar de un bus con motor diésel a uno con GNV. Este combustible encaja con su modelo de transporte porque no tiene que exigirle potencia a un bus para pasar a otro y ganar pasajeros. Podrían ir más rápido por la avenida Javier Prado si tuvieran un carril exclusivo, pero esa solución está en manos de las autoridades. No se ha priorizado en esta gran avenida el paso del transporte público y los buses del Corredor Rojo se enfrentan a diario al peor tráfico de Lima.

Polo Pérez dice creer en la innovación y por eso está atento a cualquier oportunidad para mejorar internamente su operación -como los grifos propios de GNV en convenio con Cálidda -y a la vez facilitar el servicio al público. Por ejemplo, el lanzamiento de la tarjeta Lima Pass con la que se puede pagar tanto en los corredores como en el Metropolitano es un buen avance. Pensando en el futuro, Polo Pérez quiere estar en primera fila cuando lleguen los buses eléctricos.

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